Si en República Dominicana hay Libertad de Prensa, que hablen los empresarios dueños de medios. Pero en cuanto a la Libertad Periodística, no hay que ser Frankenstein para advertir que está en peligro y que el Presidente Hipólito Mejía, su Gobierno y los comandos mediáticos que les siguen han sido motores para llevarla a ese estado.
Aunque sean tenues las reacciones de protestas durante sus tres años corridos de persecuciones y desconsideraciones verbales (hasta babosos les llama), el derecho adquirido de los periodistas, ser adversarios naturales de los gobiernos, ha sido fulminado y solo falta llegar a los extremos balaguerianos de desaparecerlos del mapa de los vivos.
Lo peor del caso es ver en la televisión a un sector del periodismo dominicano soltando carcajadas incontenibles ante los improperios y demás actitudes de presión sicológica que con desparpajo sin parangón lanza el mandatario contra este importante sector profesional. O mejor dicho: contra quienes les son desafectos.
Y ver, sobre todo, cómo algunos de ellos, vivos, débiles o admiradores, se convierten en analistas de temperamento y personalidad o en medida cada vez más creciente en represores de la palabra crítica en los espacios mediáticos, para justificar el supuesto carácter inocuo de tales agresiones.
Durante estos años de Gobierno a pocos cabe duda sobre el peligroso abismo que casi se traga el disenso y aúpa las voces incondicionales en base al bautismo económico y otras “facilidades”, como aquella de estar en buenas con la guardia, la Policía y otras articulaciones del poder.
Sin embargo, callan los gremios y la sociedad en general sin saber del peligro que esto entraña. Hay un silencio frío, tenebroso, cómplice, en el mundo de la información; hay una válvula de escape taponada con hollín oficial. Frente a la gravísima crisis económica y la desesperación de la nación, la mayoría de los medios está dedicada a la bachata y a los chismes faranduleros y, como mucho, a las declaraciones sosas para entretener a ignorantes. Muchos periodistas fueron callados o han preferido callar. El precio de esta actitud se verá después y el país, no los periodistas críticos, será el primer perjudicado por la carencia de información veraz.
Que me perdone el Presidente esta babosada, pero así como, en honor a la puridad de él y su familia, tanto exige respeto y hasta usa el poder para atemorizar a sus alegados detractores, así debe entender que hay rituales y una población que debe respetar, llámese periodistas, médicos o hijos de Machepa. Porque serios hay desparramados por el territorio nacional, aunque sean muy humildes y solo tomados como objetos electorales de ciertos políticos.
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