LO QUE NO ESTÁ EN INTERNET NO EXISTE?
Por Aníbal Ford Escritor,
Director de la Maestría en Comunicación y Cultura
( Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires), autor de La Marca de la Bestia.
A la memoria de Herbert Schiller
La sociocultura de nuestro tiempo no puede explicarse sino se tiene en cuenta que las diversas "industrias de lo simbólico", de la informática a la producción audiovisual, constituyen uno de los ejes centrales de la masa crítica de la economía mundial. Y también uno de sus soportes: sin las llamadas nuevas tecnologías no podrían entenderse el complicado y oscuro juego del capitalismo financiero internacional. Como también las nuevas nuevas formas de control social, identificación y espionaje, puestas en escena de manera contundente por el caso Echelon, ni la presencia de los "grupos de inversión" en la comunicación y la cultura contemporáneas que han dado una vuelta de tuerca a la transformación en mercancía de todo tipo de práctica social crítica. Esto último está claro en lo que acaba de suceder con la publicidad de Benetton que "juega" con los condenados a muerte o a la frecuente transformación en commodities de los derechos humanos que bien ha definido Ferguson en DIALOGOS 52. Una estrategia discursiva que parece crecer con las retóricas de la globalización.
En los informes preliminares del PNUD de 1999 se afirma que "en los Estados Unidos la mayor industria de exportación no está constituida por la aviación, la computación o los automóviles, sino por la recreación, en filmes y programas de televisión". Un dato que indica la importancia económica del sector, como lo indicamos más arriba, y también la presencia contundente de los Estados Unidos en los procesos de globalización frente al accionar defensivo de los europeos, la inexistencia de Africa y América Latina, la producción endocultural de la India y las reacciones por ahora en expansión de algunos focos de oriente como es el caso de Japón o de Taiwan. Esto no puede aislarse de la sinergia de las fusiones la compra de Time Warner por America On Line y la reciente fusión del Chicago Tribune con Los Angeles Times ni de los procesos de concentración: en el sector telecomunicaciones las diez empresas más importantes absorben el 86% de la economía del rubro. Ni puede separarse del hecho, como también lo expresa el PNUD, de que "los países industrializados detenten el 97% de todas las patentes del mundo".
En este marco, que apenas bocetamos, la situación de América Latina es claramente crítica. Y se acentúa con la generalización del uso de las nuevas tecnologías en los sistemas escolares, laborales y e institucionales en general. La masa de software, de información, de sistemas que hoy mueve el mercado internacional desplaza, muchas veces groseramente, no sólo la cultura o la sociocultura de los países pobres basta analizar una enciclopedia en CDRom para comprobar esto sino los posibles y adecuados ingresos de las nuevas tecnologías en sus proyectos y sistemas de vida , en el perfil de, como diría Herbert Schiller, "la información socialmente necesaria" que necesitan para sobrevivir. Si "lo que no está en Internet no existe" como a veces dice el despiadado marketing de la red, la conclusión es que mucho de nuestra cultura, de nuestra historia, de nuestra memoria, de los conocimientos sobre nuestros recursos, de aquello que precisamos no sólo para recordar sino para salir de la crisis, ha sido borrado, está siendo o va a ser borrado. En que esto no suceda está el centro de nuestro trabajo. O de nuestra pelea.
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