Sociedad
"Haciendo la España": de Argentina a Salamanca - 03/12/2002
"Haciendo la España": de Argentina a Salamanca
Escribo pensando en las innumerables caras amigas que me preguntarán: ¿Y..., cómo está Argentina? Escribo pensando en las innumerables caras amigas que me preguntaron ¿Y..., cómo te va en España? La vida me dio la oportunidad única de estar becada junto a 40 latinoamericanos en una de las universidades europeas más importantes: la de Salamanca (España). Lo que natura non da, Salamanca non presta, dice el refrán. Pero en mi caso, estoy cursando un doctorado en Ciencias sociales que me permite investigar y reflexionar profundamente sobre los problemas actuales. Es esta, en otro sentido, una experiencia inigualable: uno cena bebiendo un pisco, conoce de la angustia de los colombianos, anhela estar en una playa de Costa Rica, come tortillas mexicanas, hace bromas de fútbol con los brasileros y toma mate con paraguayos y uruguayos.
Los acontecimientos ocurridos el 19 y el 20 de diciembre los vi en un recuadro de 6 por 6 centímetros en la pantalla de mi computador a través de internet. Mi tesis de investigación será sobre los movimientos sociales, así que estaba rodeada de libros sobre el tema. Grande fue mi sorpresa cuando uno de estos fenómenos se desplegaba en las calles que yo reconocía rápidamente. Lloré frente a esa diminuta pantalla e imperiosamente leí, día tras día, las noticias de los diarios intentando seguir lo que estaba pasando. Lo que nos estaba pasando. Uno nunca se siente más Argentino que cuando no está en Argentina.
En ese tiempo concurrí a una charla que dio Ludolfo Paramio que es uno de los teóricos españoles más importantes que estudia sobre Latinoamérica. Paramio confirmó lo que todos de alguna manera ya sabemos: desde la década del 30 no hubo una situación más profunda de crisis en el continente. En criollo: nunca estuvimos tan mal. Los diarios españoles expresaban la queja de sus empresas locales mientras la gente común me preguntaba la conocida cuestión de cómo siendo un país tan rico estemos tan pobres. Mis compañeros latinoamericanos nos daban la bienvenida al tercer mundo, mientras temían que el terremoto prosiguiera en sus tierras.
Después de cursar mi primer año de estudios regresé transitoriamente al país. Querido país. Distinto país. La noticia más importante en todos los medios que escuché en ese tiempo fue, sin duda, que más del 50% de compatriotas vive debajo del límite de la pobreza. En la Argentina hay 18.219.000 pobres. De ese total, 7.777.000 son indigentes. De ese total también 45% son chicos y adolescentes. Y sí... efectivamente, nunca vi tantos cartoneros en Buenos Aires. Nunca tantos puestos en la calle de gente que vende baratijas. Nunca tantos chicos, mujeres y jóvenes tocando el timbre para pedir comida. Nunca tantos negocios que atienden tras rejas. Nunca tantos billetes de distintas provincias circulando. Las cifras frías impactan, pero esa realidad desconsuela y duele. También sentí mucho temor en los rostros. Miedo de caminar en la calle. Alarmas en las casas de clase media. Seguridad privada en los barrios ricos. Secuestros express en todas partes.
Afortunadamente lo que sucede es más complejo y múltiple. Participé del encuentro del Foro Social Mundial. Gente de muchas organizaciones con ganas de participar. Diagnósticos certeros acerca de dónde estamos pero todavía ausencia de propuestas factibles. Fui también a la charla de Stiglizt, el premio Nobel. Me dio gusto escuchar como uno de los de ellos critica al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial y tiene una postura clara: el problema de la deuda es sobre todo también un problema de quien ha prestado. Asistí a presentaciones de libros. Me encontré con desocupados que se organizan. Pobres que no bajan los brazos. Escuché programas periodísticos que parecen más el despliegue de chimentos baratos que otra cosa. Vi a los candidatos esbozar tímidas y vagas respuestas. Muchas figuritas conocidas que sabemos dónde terminan. Fui a un recital de Charly García y oí cómo la gente lo proponía como candidato.
Tengo, a pesar de todo y por todo, una visión optimista de las cosas. Escuché en una conferencia a un peruano que dijo algo que vale la pena tener en cuenta: no queda duda que el proyecto de una América Latina en crecimiento y unida, ha sido derrotado. Pero hoy estamos otra vez en una encrucijada donde queda claro que no podemos seguir de esta manera. Con 211 millones de pobres en toda Latinoamérica nadie puede defender a rajatablas el programa neoliberal del consenso de Washington. Esto, así, tiene que cambiar.
Eugenia Bertone:
Eugenia Bertone
Universidad Nacional de Entre Ríos Realizando el Doctorado de "Estructura Social y desigualdad" en la Universidad de Salamanca. Licenciada en Comunicación Social T.E.: 923-012-064 Dirección electrónica: Residencia "Colegio de Cuenca" Campus de Unamuno Avda. del Campo Charro s/n Hab. 161 C.P. 37007 SALAMANCA
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