Edición Abril 2003
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Uruguay

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Sociedad
El arte: esa puerta a lo posible - 28/02/2003


Con Inés Sanguinetti
EL ARTE: ESA PUERTA A LO POSIBLE


Como uno de los aspectos destacados del Segundo Encuentro Sudamericano de Danza (Montevideo, 21 de noviembre al 1º de diciembre), un evento en cierta forma “atípico” por su acento en la relación entre la danza y los procesos sociales, podemos señalar la presencia en Montevideo de la bailarina y socióloga argentina Inés Sanguinetti,directora de la organización Crear vale la pena, quien realizó significativos aportes.

Inés Sanguinetti definió Crear vale la pena, como una organización no gubernamental que desde 1993 desarrolla –a través de la educación, las diversas disciplinas artísticas y la organización social- un programa de inclusión social por el arte que apunta a revertir las consecuencias de los procesos de pobreza y exclusión que afectan a la mayoría de los niños y jóvenes argentinos.

El programa funciona en tres Centros Culturales Comunitarios ubicados en barrios marginales, e incluye la participacion de 60 docentes (la mitad, jóvenes de los barrios formados en Crear vale la pena) quienes dictan los más de 100 talleres artísticos semanales a 800 alumnos. Estos Centros son autogestionados por los vecinos que asumen la responsabilidad de la coordinación y se capacitan para ello como animadores socio-culturales.

Con respecto al contenido de los talleres y sus resultados, la directora de la organización expresó: “Hay talleres de danzas urbanas, danza contemporánea, expresión corporal, canto, teatro, guitarra, batería, fabricación de instrumentos musicales, percusión, piano acústico, cómics, escenografía, sonido, o sea: cuando montamos un espectáculo, todo el equipo técnico(el sonidista, el iluminador, las maquilladoras, los técnicos de escenario), también son profesionales formados en el Centro. Hay varias bandas de música y grupos de danza ya conformados, y los espectáculos se presentan en los teatros de los barrios, pero también en la Recoletta, y en diversos teatros de la capital.”

-¿Cómo surgió “Crear vale la pena”?

-Hace muchos años mi marido -que es economista y filósofo- decidió dedicar por entero, su vida profesional a revertir situaciones de pobreza en Argentina. Yo lo acompañaba a los barrios donde él trabajaba, y entonces un grupo de jóvenes en “la Cava” (una villa muy terrible) que tenían un grupo de autoayuda, me propuso hacer una obra que pusiera en términos de danza-teatro sus intenciones y sus acciones (lo que hacían era apoyar a otros pibes que estaban en problemas de droga, delincuencia, etc). Lo interesante es el modo: nosotros no llevamos a las villas cosas que no hay, sino que fortalecemos las que ya existen. Como es el caso del interés de las personas por el arte, que preexiste a nuestra acción. Los centros que había funcionaban con recursos muy escasos: en la casa de una señora, con guitarras sin cuerdas, bailando en pasillos muy estrechos y nosotros le dimos otro alcance.


-¿Cómo se relaciona la preocupación por lo social que se evidenció en este Encuentro de danza, con la situación económica, política y cultural actual?

-Creo que se relaciona con esta evidente y severísima crisis institucional. En una situación tal de emergencia social, es la propia gente la que comenzó a plantearse un lugar más activo, un sitio desde donde incidir en la sociedad. En muchos casos la gente se ha vuelto gestora de nuevas instituciones para hacer posible una vida más equitativa, con oportunidades para todos. Creo que los bailarines y los coreógrafos se han impregnado de este movimiento muy fuerte de la civilidad, de tomarse en serio acciones a favor de la democracia participativa. Por eso es que la charla en la cual yo presenté este modelo de gestión que es “Crear vale la pena”, decidí llamarla “El arte en el corazón de la democracia”. La idea era mostrar que los problemas que tenemos en estas sociedades dependen de problemas culturales, seriamente ligados a la incapacidad de construir un capital social, y este capital depende del vínculo entre los individuos que componen una sociedad. El arte es esencial en ese trabajo, y sobre todo en sus nuevas tendencias. En este sentido, la danza moderna está implicada en la búsqueda de nuevos lenguajes y nuevas formas de comunicación. Está produciendo contenidos y tratando de dispararlos desde nuevos paradigmas. Y si de verdad es así, esto impacta enormemente en el clima social.

-Pero ¿de qué manera, específicamente, se relaciona este tipo de expresión artística con los procesos sociales? ¿vos creés que desde el hecho artístico puntual, se pueden generar sentimientos colectivos o imaginarios que conformen procesos sociales de cambio -como podría ocurrir de pronto en el teatro-¿ ¿O te referís a los nuevos modos de organización y a cómo éstos influyen en los protagonistas directamente implicados en la disciplina?

-En las dos cosas. Por un lado está la expresión per se: no hay vida sin identidad, y no hay identidad sin posibilidad de expresión. La danza, a través de lo que expresa, puede contribuir muchísimo a generar esos imaginarios colectivos, dirigidos a procesos de transformación social. Pero además, en la gestión misma del hacer -o sea: cómo hago danza, con quién hago danza- se pueden generar entramados de instituciones alrededor de la gestión, que incluyan acciones participativas, democráticas.

-¿Se te ocurre un ejemplo en donde se haya generado algún tipo de hecho social desde la danza, como sería el caso de “Teatro Abierto” en lo teatral? Vos habías hablado de “Danza Abierta” ¿cómo fue?

- “Danza Abierta” fue un movimiento de compromiso político de la danza, que acompañó lo que fue “Teatro abierto”. En realidad los que tenían compromiso político eran los teatristas, mucho más –a mi entender- que los bailarines y coreógrafos. Sucede que el lenguaje que se maneja en la danza, siempre quedó –aunque se hayan producido muchas modificaciones- atrapado en un paradigma estético clásico. La ideología estética de lo clásico siempre está a favor del statu quo, y hasta lo más moderno de lo moderno, si es producido por la danza, está atrapado en un vocabulario que nos remite a un mundo de poder y control, de discriminación, de desigualdad. Esto es como el ADN del problema, pero de todos modos hay movimientos que trabajan en esto que hace “Crear Vale la Pena” -que es arte y organización social- desde la perspectiva de la danza. Por ejemplo en Fortaleza, hay una bailarina y coreógrafa que trabaja en las favelas con chicos y chicas rescatados de las redes de la mafia y la prostitución, en una organización que se llama Edisca, y que ahora hacen espectáculos que se presentan en los festivales internacionales; Álvaro Restrepo en Colombia, tiene una escuela que se llama “Colegio del cuerpo”, donde trabaja con chicos de la calle...

-¿Sentís que se están generando, entonces, nuevos lenguajes a partir de esta nueva situación social, política y económica, y que de alguna manera pueden aportar a un cambio en la disciplina?

-No, yo no creo que en este momento eso esté pasando, pero estoy tratando de activarlo. Veo que hay lugares de oportunidad para que eso pase.

-¿Creés que este tipo de Encuentros pueden ser los ámbitos para la apertura de esas oportunidades?

-Ciertamente. En la medida en que la danza se comprometa con lo social, va a estar mucho más comprometida con una danza de riesgo y de nuevos vocabularios.

Lucía Masci

Lucía Masci
4to año de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Universidad de la República