Edición Noviembre 2003

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  Autor:  Joyce Benzaquén Anterior     Trabajo Publicado      Siguiente
Venezuela

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Turismo
Caracas: capital amurallada - 08/04/2003


Caracas es un lugar muy particular. Aquí se vive entre dos extremos: entre la opulencia y la escasez, el ruido y la calma, entre la pureza y la contaminación. Los días de la semana transcurren aceleradamente, se nos va el tiempo en el tráfico automotor y en las colas para pagar los servicios básicos. Las agujas del reloj parecen moverse más rápido que en cualquier otro lugar. Nuestra energía la distribuimos perfectamente entre el trabajo, los estudios y la vida nocturna, entre los amigos y la familia.
Así transcurre la semana de cualquier caraqueño, pero al llegar el fin de semana la situación se torna más tranquila.
El tráfico se vuelve ligero y el ambiente menos congestionado. El ruido de las cornetas es menos intenso que durante la semana, y el contacto con la naturaleza se vuelve una actividad muy frecuente entre los caraqueños de todas las edades.
En el valle de Caracas se levanta un escudo protector, una muralla que representa nuestro norte, una montaña que puede ser admirada desde la ventana de cualquier apartamento ubicado en el corazón de Venezuela. Para muchos una bendición, el gran ornamento de la ciudad capital. Hablamos del Parque Nacional El Ávila.

65 millones de años de historia

El Ávila representa un emblema para todos los venezolanos, y por ello se han realizado diversos estudios sobre su historia. Uno de ellos, calcula que su origen geológico data del Eoceno, un período de hace unos 65 millones de años atrás.
Los primeros habitantes del cerro El Ávila, fueron los indios Caracas, quienes le dieron al actual parque nacional el nombre de Wairarepano, que significa Danta. Se presume que el nombre se debe a la abundante presencia de dichos animales en la cordillera.
Esta denominación indígena fue cambiada por la de Ávila, durante la conquista española, debido a que un sector de la montaña le pertenecía al Alférez Mayor de Campo Gabriel de Ávila- uno de los acompañantes de don Diego de Losada durante la fundación de Caracas. Posteriormente la propiedad pasa a Juan Álvarez de Ávila y al morir éste, su hijo Domingo de Ávila volvió a heredar las propiedades de sus antecesores. Por esta razón la gente comenzó a identificar las posesiones de la familia española, como el cerro de Ávila.
En 1958, El Ávila fue decretado Parque Nacional con el objetivo de conservar los paisajes extraordinarios, la diversidad biológica y el patrimonio histórico y cultural que alberga.

Todos los caminos conducen a El Ávila

Como Patrimonio nacional, El Ávila constituye uno de los lugares predilectos de esparcimiento para los caraqueños de todas las edades. Y por sus características de omnipresencia en toda la ciudad, es muy fácil acceder a este sitio desde cualquier punto en donde nos encontremos.
Por ejemplo, en el centro de Caracas, a la altura de Chacaíto, se encuentra la subida al puesto de guarda parques Chacaíto. La subida está empedrada, ya que es usada ocasionalmente por los vehículos de tracción de 4 ruedas. Es una subida bastante fuerte que se puede realizar en 20 o 30 minutos, y que nos ofrece la posibilidad de una vista única del valle de Caracas. Al subir media hora más, uno se encuentra con una quebrada natural y llegando al puesto de Guarda parques Chacaíto, se puede disfrutar del agua pura de montaña, de helados caseros y de la fauna que habita en este ecosistema.
Otra de las vías de acceso a la montaña es por Cotiza. Esta subida está pavimentada para que se pueda tener acceso utilizando un vehículo. Al poco tiempo de camino hay un puesto de guarda parques y posteriormente un estacionamiento para los que quieran seguir subiendo hasta un lugar que se llama “Los Venados” y que está equipado para acampar y merendar. Más adelante se puede acceder hasta San Isidro de Galipán, un sitio que puede considerarse como una especie de pueblito. Durante el camino hacia Galipán se encuentran algunos vendedores de fresas con crema, duraznos, jugos, flores y galletas.
“La Julia” es otro puesto de guarda parques que está en el Parque Nacional El Ávila, se puede acceder a ella por el este de la ciudad desde la urbanización El Marqués. Este camino es uno de los más sencillos, y el más recomendado si se lleva niños pequeños. Durante su recorrido se pueden observar diferentes tipos de árboles, pero el más abundante es el Eucalipto. Al llegar arriba, los excursionistas pueden hacer ejercicio, o simplemente disfrutar de la naturaleza.
La subida más concurrida por cientos y cientos de caraqueños (incluso en días de semana) es la de Sabas Nieves, a la cual se accede por la urbanización Altamira. El camino es bastante ancho y su arena es rojiza, es un camino que se puede realizar en 15 minutos si las condiciones de la persona son buenas.
Otras de las subidas posibles al cerro, son: Cachimbo y El estribo de Duarte.

Pero aquí no termina la excursión

En julio de 2001, los venezolanos tuvimos la oportunidad de conocer un proyecto que llevaba varios años en marcha: el Complejo Turístico Ávila Mágica. El cual reestructuró el sistema Teleférico- Hotel Humboldt.
Actualmente, el teleférico cuenta con un sistema compacto de funiculares, en los que se incluyen 87 cabinas, de las cuales 4 son VIP.
El recorrido hasta la cima dura 10 minutos y una vez ahí, en las edificaciones nos encontramos con pista de patinaje, casino, piscina, spa, restaurantes, parque infantil y excursiones dirigidas.


El fin del fin de semana

El Ávila es para los caraqueños la primera opción para desconectarse de los problemas que los agobian durante la semana, de las noticias, de la política. Es un lugar que permite entrar en contacto directo con la naturaleza y olvidarse de la otra Caracas, de la ciudad ruidosa y congestionada, de las agujas del reloj y de las responsabilidades individuales.
Pero como siempre hay un fin y un comienzo, cuando llega el día lunes-además de volver a nuestra rutina habitual- contamos los días que faltan para que llegue nuevamente el fin de semana.

Joyce Benzaquén
Sexto Semestre. Escuela de Comunicación Social, Facultad de Humanidades y Educación Universidad Católica Andrés Bello