Edición Enero 2004

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Sociedad
Comisión de la Verdad y Reconciliación - 02/09/2003


Comisión de la Verdad y Reconciliación

Como bien sabemos todos, nuestro país ha pasado por 20 años (1980-2000) de violencia, conflicto armado interno, que dejó una gran cantidad de asesinatos, secuestros, torturas, desapariciones, graves crímenes y violaciones de los derechos humanos. Esto definitivamente ha dejado una huella imborrable en todas esas personas que han vivido en carne propia esta historia de violencia. Incluyo, no sólo a las personas que han perdido a seres queridos o se han visto afectados directamente, sino también a quienes han presenciado y tolerado esta barbarie.
Esto nos incluye a nosotros mismos, debido a que ha sido nuestra patria quien ha sufrido y desde ya, queda un pasado por recordar, ya que es imposible olvidar.

Ante todo lo ocurrido, el Gobierno Transitorio presidido por el Dr. Valentín Paniagua, creó la Comisión de la Verdad, el 4 de junio del 2001, la que fue ratificada y completada por el Dr. Alejandro Toledo, actual presidente del país, el 4 de setiembre del mismo año, denominándola Comisión de la Verdad y Reconciliación.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación se crea como la instancia encargada de esclarecer el proceso y los hechos de violencia ocurridos y las responsabilidades correspondientes, no solo de quienes los ejecutaron sino también de quienes los ordenaron o toleraron.

El término Reconciliación se ha agregado, reiterando el compromiso que tiene la Comisión de la Verdad y Reconciliación de contribuir a la reconstrucción de la memoria histórica del país, proponiendo iniciativas que afirmen la paz y la convivencia armoniosa entre todos los peruanos, incluyendo a quienes se han visto directamente involucrados en estos 20 años de violencia.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación creó un proyecto fotográfico con la finalidad de investigar archivos fotográficos y recuperar imágenes de lo acontecido.

En estos momentos se ehibe la exposición fotográfica "Yuyanapaq. Para recordar" que consta de 27 salas de imágenes fotográficas y testimonios, ordenadas cronológicamente, con el fin, que la sociedad peruana conozca la historia; que se acerque a la verdad.

Impresión Personal

El viernes 22 de agosto, visité la casa Riva Agüero. Estando a la altura de la puerta principal observé la presencia de alumnos de 4º o 5º de secundaria de algún colegio, que aparentemente ya habían terminado su visita, debido a que estaban sentados tomando nota de algo, muy callados todos. Apenas entré a la casa lo que más me llamó la atención fue la pared, que se encuentra en la entrada, está algo deteriorada. Me pregunté si era parte de la exposición o simplemente fue un descuido el no taparla. Desde que puse un pie en la puerta de entrada, ya se notaba cierto respeto por el lugar. Había un ambiente de silencio, uno que otro ruido de niños, que habían ido con un colegio de visita, de los cuales, uno que otro estaba muy atento y conmovido por las fotos.

De por sí capta mucho la atención que en cada cuarto haya una reseña de lo ocurrido, escrita en la pared, como un tipo de introducción para luego pasar a ver las fotos.
Siendo sincera, el ir pasando poco a poco por cada habitación hizo que me vaya enterando de cosas, que quizás nunca le hubiese prestado importancia.

Al llegar al cuarto 03, hubo una foto que me impresionó bastante. La foto trataba de unos cuantos pobladores (4 o 5) entre hombres y mujeres, sentados sobre una banca y con un cartel que alentaban a la violencia. Lo que me llamó la atención de esa foto fue que la misma gente del pueblo, de un pueblo que sufre porque en definitiva ya había empezado la violencia, de repente no estaba ya del todo desarrollada pero en cierto grado, promovía el mismo conflicto, pero a la vez se veían tan indefensos, como que no les quedaba otra alternativa.

Luego avanzando poco a poco, observando el comportamiento de los demás, me encuetro con un grupo de 4 jóvenes, muy atentos a lo que leían, también con un par de señoras que justamente habían entrado junto conmigo y entre ellas comentaban cada una de las imágenes.

Hay una línea del tiempo, en donde están plasmados todos los acontecimientos violentos que marcaron a nuestro país y la verdad no pude acercarme porque había tal cantidad de gente viendo y sacando fotos que no podía pasar a ver. Esta se encuentra en una especie de patio, donde las paredes están también deterioradas y allí fue donde me di cuenta que la casa está en restauración pero que intenta hacer una analogía entre ella y la sociedad peruana. Nos habla de un deterioro tanto de la casa como de nuestro país y ambos se encuentran en un proceso de recuperación.

Conforme iba avanzando y observando las fotografías dos fotos me llamaron la atención y una me gustó. Una de las que me refiero estaba en el cuarto de Cárceles, donde había un grupo de mucheres marchando ante una imagen de Abimael Guzmán, perfectamente uniformadas y con banderas rojas. Lo curioso para mí era que todo esto era realizado en la misma carcel y lo hacían con tal solemnidad.

La segunda fue una en donde había una especie de altar, con fotografías de Abimael Guzmán , de Stalin, de diversos personajes que representaban al comunismo y símbolos de esta ideología que estaban acompñados por velas. Para mí fue algo tan impactante porque ves como es que la gente, en pocas palabras, estaba cegada, siguiendo ideologías que tanto daño causaron al país. Definitivamente el querer que todos tengan iguales derechos, que no hayan diferencias económicas, es respetable, pero el llevarlo a tal extremo de matar a gente y una serie de cosas a las que remite esto es inaceptable.

La foto que me gustó fue en donde sale un sacerdote de espaldas, que a primera vista no hubiese pensado que era un sacerdote, con una túnica blanca y un sombrero, viendo jugar a los niños. Esta imagen es justamente en un cuarto, donde las fotos son de niños en albergues, que han sido ayudados por religiosos y manos solidarias. Esto me lleva a pensar que a pesar de tanta violencia, aun hay gente caritativa que está dispuesta a ayudar y que no se a olvidado del sufrimiento de los demás. Creo que es una postura que deberíamos tomar todos.

Había un cuarto que me remitía a un total respeto y fue el de las Viudas. Las paredes cubiertas con telas negras y fotos de gente que sufría por sus difuntos, la expresión de sus caras era desgarradora, fotos de entierros, de los mismos cajones con los ya fallecidos.

Algo que me impresionó bastante fue que la gente se veía tan interesada en todo esto, se veían muchos de ellos conmovidos por las imágenes y también por los testimonios. Incluso logré ver a una chica que estaba conmigo en un cuarto, y estaba tan conmovida que llegó a derramar lágrimas. Es algo impactante el ver cada imagen de sufrimiento, víctimas de la violencia, testimonios tan dolorosos, etc. Y no es algo que ya pasó y terminó; para empezar a ocurrido en nuestro propio país y nada nos asegura que no volverá a ocurrir. Definitivamente esta gente ha quedado maracada de por vida, y esos 20 años de violencia no se los borra nadie, es parte de su memoria, una memoria que lamentablemente seguirá allí para recordarlo.

Gisella Valle Sánchez

Webmaster