Música
Gritos y susurros - 23/09/2002
Tocan para un público oculto y joven que celebra sus temas irreverentes y radicales. La movida subterránea tuvo su esplendor en los años 80, pero, para algunos, aún vive, y con fuerza
Ese día nacería la verdadera movida subterránea en el Perú. Era el 17 de febrero de 1985, en el Rock en Río Rímac, un concierto callejero para gente callejera. El concierto terminó cuando los disparos al aire de la policía interrumpieron los crudos acordes de "Sucio policía", la canción-himno de la irreverente banda Narcosis.
Aquel recital se recuerda por el desenfrenado cauce de agresividad y cruda expresión que derramó en la juventud presente. El concierto también reunió a otras representativas bandas subtes como Leusemia, Guerrilla Urbana y Zcuela Cerrada. Autopsia, otro de los íconos de ese recóndito espacio musical, estuvo ausente en esa oportunidad.
La sociedad peruana comenzaba a darse cuenta de que existía un grupo de jóvenes que tenían algo que decir, mucho que expresar y que querían hacerse escuchar. Una generación "perdida y llena de violencia y drogadicción" para los mayores; para los que la integraban, era un espacio donde expresarse libremente.
- DESAFIANDO A LA SOCIEDAD
Este movimiento llamado subterráneo se empezó a gestar a mediados de los años 80, en una época de profunda rebeldía y de una acumulación de frustraciones sociopolíticas: había terminado la dictadura militar y los objetivos presidenciales de Belaunde no progresaban; además, el terrorismo golpeaba con una fuerza cada vez mayor.
El circuito comenzó a crecer vertiginosamente a partir de 1985. Además del rock, se gestaron una infinidad de grupos de muchos estilos musicales, reunidos todos dentro de un mismo espacio. El punk rock, el metal, el hardcore, la fusión... lo único que importaba era tener ganas de enfrentarse a una realidad asfixiante, querer expresarse con toda franqueza hacia los demás. El lema de entonces era "hazlo tú mismo", y los jóvenes lo seguían al pie de la letra.
Leusemia, banda creada en 1983 y que tiene cinco álbumes en su haber, se consolidó, junto a Narcosis, como uno de los pilares de la música subterránea.
"Todos nos juntábamos haciendo las cosas que nos daba la gana. Teníamos una posición muy particular frente a la industria y el mercado, de antagonismo, si se quiere; no sólo con eso, sino con todos los cánones y las normas sociales", cuenta Daniel F, quien al frente de Leusemia logró, por primera vez en el Perú, que un grupo subte grabara un disco.
- MUNDO UNDERGROUND
Los diccionarios definen la palabra subterráneo como "algo que está situado debajo de la tierra". En realidad, el origen de la denominación para este circuito juvenil --donde también aparecían las artes plásticas y el teatro-- nace a raíz de un festival organizado por la revista Ave Rok en noviembre de 1984, cuyos afiches de propaganda rezaban la frase "El rock subterráneo ataca Lima".
El nombre recibiría cierta acogida. No obstante, los mismos grupos comenzarían a utilizar esa etiqueta en setiembre de 1985, a partir de un concierto de "Música subterránea" --así lo llamaron-- en la Universidad de San Marcos. El género ya estaba bautizado.
A partir de ese año, los grupos y los conciertos subtes comenzaron a proliferar. En muchos casos, eran los mismos músicos que se organizaba con otras bandas para tocar en algún recóndito escenario. Así, compartiendo muchas veces los instrumentos --"el que tenía un bajo era lo máximo", cuentan los músicos--, se fueron estableciendo puntos de encuentro donde podían reunirse con total libertad.
Carlos Gonzales --o Carlos Criminal, como lo conocen luego de que creara la banda Radio Criminal-- se metió en la movida subte en 1985 con Kaoz, banda hardcore. Para él, la época que vivió fue inolvidable. "Tocábamos en típicos huecos como la Casa Hardcore y Magia. La Casa Hardcore era una casa que alquilaba G-3 en Barranco y donde se hacían conciertos con bandas hardcore", cuenta con una tibia nostalgia. "Magia era como el bastión donde todo el mundo tocaba", añade.
- SELLOS PERSONALES
Pero los grupos querían, de alguna manera, dejar su huella. Alquilaban entonces una sala de grabación. Ahí los músicos se reunían, tocaban y se grababan a sí mismos. Luego había que reproducir manualmente cada maqueta (casete). Para terminar, se creaba una carátula, se le sacaba tantas fotocopias como maquetas se quisiera tener, y listo. Finalmente, los mismos músicos vendían sus casetes en los conciertos.
Muchas bandas, sin embargo, desaparecerían en poco tiempo. En los primeros meses de 1986, Leusemia, Guerrilla Urbana, Autopsia y Zcuela Cerrada optaron por disolverse. Narcosis, creada en 1984 y que fue la primera del género en crear, en 1985, una maqueta --se llamó Primera dosis--, también desapareció. Sus integrantes, Wicho García, Fernando Vial y Jorge Madueño, decidieron emprender nuevos y más lucrativos rumbos musicales independientes.
- ESCENA ACTUAL
A partir de 1988, la movida subterránea comenzó a decaer. La crisis económica que impidió el desarrollo comercial, la incómoda diversidad de bandas chirriantes que se enfrentaron entre sí, los prejuicios y las presiones sociales --a Del Pueblo y algunas otras bandas se les consideró simpatizantes de Sendero Luminoso y del MRTA-- hicieron que el sistema subte se fuera diluyendo paulatinamente.
Incluso hay quienes sienten que la música subterránea, aunque no ha desaparecido del todo, ha sufrido grandes cambios y evoluciones generacionales. Gonzalo Farfán, que grabó dos maquetas y tres discos con el exitoso grupo G-3, y uno con su actual banda, Inyectores, cree que todo se debe a una evolución musical y profesional.
"Ahora (el rock subte) ya no existe como corriente donde todos estaban en coordinación constante. Durante 15 años eso ha evolucionado un montón y lo que era el rock subterráneo, a mi forma de ver, ha pasado a ser la escena oficial del Perú", sostiene. "De hecho, el rock subterráneo convirtió a la escena del rock nacional en una escena mucho más honesta", agrega.
- SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
Renzo Lancho, joven músico que ya grabó dos CD con la banda punk Dale Vuelta, analiza la situación apoyándose en una cuestión ideológica y profesional. "De hecho, hay todavía bandas subtes, pero que tienen una ideología un poco obsoleta. Quieren seguir viviendo en los 80, pero ahora hay una generación mucho más optimista. Incluso, ahora la mayoría de las bandas busca hacer un trabajo mucho más profesional", afirma este joven músico, quien, a sus 23 años, ya hizo dos giras a Chile.
Sin duda, las posiciones son muy opuestas. La nostalgia por lo pasado choca contra el realismo del presente y contra el modernismo del futuro. Entre todas estas creencias se ha formado un grueso pogo, una pelea secundada por los gemidos de las guitarras y la furia de las voces.
El mundo subterráneo no parecía tener reglas, pero dentro había un círculo muy cerrado que se fue abriendo hasta resquebrajarse. Hay músicos, sin embargo, que con toda razón siguen abocados a su posición marginal, subterránea, que aún desean estar debajo de la tierra y desde ahí elevar la voz. "Yo todavía me considero subterráneo --nos dice Daniel F, con la misma voz ronca que agita en sus conciertos-- porque soy muy romántico". Igual que muchos.
Ricardo León
Facultad de Ciencias de la Comunicación Universidad de Lima
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