Cultura
Entre la memoria y el olvido - 02/10/2002
Teatro
La última obra s de Alvaro Ahunchain pone sobre la mesa uno de los temas que a pesar del tiempo transcurrido desde la dictadura, permanecen activos en el subsuelo de la memoria colectiva: ¿verdad sí o verdad no?
Luego de un largo silencio, el tema de la dictadura militar ha vuelto a escena, poco a poco, en los últimos años, comenzando a transformarse en protagonista o en marcar su presencia en muchas producciones culturales uruguayas. Iniciativas como la de las ex presas políticas con su "Memoria para Armar", o la tematización y discusión sobre esa época en programas, artículos, libros, reuniones, así como su abordaje por el teatro o parte del cine uruguayo, dan cuenta de una nueva postura de la sociedad ante su historia de los últimos treinta años.
Seguirle los pasos a ese silencio permite establecer una diferencia importante entre el silencio de la época de la dictadura -un silencio funcional ligado a la propia sobrevivencia- y el que se instaló luego del triunfo del SI que estableció la caducidad de la pretensión punitiva del estado frente a los actos de violación de los derechos humanos cometidos en ese período. Las consecuencias de ese silencio han modelado aspectos importantes de la vida en sociedad de los uruguayos hasta un punto que aún se encuentra por determinar dado que su imperio sigue resistiendo los escasos embates, entre los cuales cabe incluir a la Comisión para la Paz que instituyó el presidente Batlle.
El Estado del Alma, es una obra del dramaturgo uruguayo Álvaro Ahunchain (*), que se ubica en el final de este silencio. Cuando dos personajes (dos ex presas políticas: Alicia - Laura Sánchez- y Mariana - Ana Rosa-) se reencuentran luego de 25 años en la sala de espera de la Comisión para la Paz a donde han sido citadas a declarar. Tienen en común una antigua amistad, una historia compartida, un mismo desgarro. Pero el tiempo ha pasado. Para ellas y para el país. Y hoy, cuando ese silencio finalmente se rompe y las dos comienzan a hablar se dan cuenta de que son dos personas diferentes a las que fueron. Dos personas que se enfrentan , en el hoy, por sus visiones polarizadas sobre el pasado y sobre el presente.
Por una parte, Alicia, la que quiere olvidar, a quien la dictadura le arrebató a su hijo y a su amor, a la que la prisión redujo sus metas vitales, ahora descree del pasado y defiende valores antagónicos a los que tuvo. Desde esta nueva visión, vive con alegría este mundo de "cajitas felices y reality sows" del cambio de siglo sin cuestionárselo, como si fuese el único mundo posible. Trabaja para un banco de capitales extranjeros, y cree que logró borrar la memoria indeseable y "adaptarse".
Por la otra, Ahunchain coloca a Mariana (Ana Rosa), la que siempre recuerda, quien a pesar de todo, y por causa de todo, sigue aferrándose a la esperanza del país "más justo y solidario" con el que soñó siempre. Su actual inserción en el mundo es difícil, el silencio es parte de ello y también la imposibilidad de encontrar los caminos para romper la marginación - al parecer permanente- por pensar diferente del sistema. Como tantos otros, no logra encontrar un rol. Está desempleada.
Estas dos opciones, estas dos historias de vida reproducen (aunque un tanto estereotipadamente) dos caras del Uruguay de hoy: el que intenta olvidar y el que intenta reconstruir la memoria, ambos sin posibilidades de enfrentamiento real hasta ahora.
Las actuaciones están a la altura de la trayectoria de ambas actrices aunque se destaca Ana Rosa, más pareja y creíble frente a una Laura Sánchez quien por momentos parece sobreactuada. La naturaleza de los dos papeles, a saber: la "naturalidad" de Mariana y la "rigidez" de Alicia, presentan diferentes desafíos. El personaje Alicia encierra mayor peligrosidad en la composición y por momentos, esta dificultad se expresa en la actuación. Sin embargo, este posible desbalance no compromete la totalidad del espectáculo.
La dirección de Carlos Aguilera, sutil, delicada con el tema que toma en sus manos, evita las estridencias y el efectismo y logra crear el marco para volver al público partícipe de la reconstrucción de la memoria de esos personajes, que por extensión es una parte de la memoria de todos los uruguayos. Y lo hace desde la proposición de un desdoblamiento -los personajes que son en los que fueron y viceversa-, el que se verifica de forma clara y sin caer en confusiones, hecho al que contribuye sustancialmente la ambientación sonora de Fernando Condon.
El público ve a las actuales Alicia y Mariana y a su vez escucha a las que fueron en off. Conoce así "la otra parte de la historia", memorias cruzadas, que reintegran los espacios oscuros, los huecos, el no saber. Más allá de las apariencias, de las versiones que la subjetividad de cada una de ellas plantea, son los sonidos y diálogos, la música y los gritos, los que cierran la imagen completa de lo que hoy son formas truncas, lesionadas, de andar por la vida. La iluminación de José María Papariello apoya vivamente este recurso y funciona bien con la ambientación general de la puesta en escena.
(*) Álvaro Ahunchain (1962).- dramaturgo y publicista uruguayo, ha escrito varias obras: El séptimo domingo (1981); ¿Se encuentra un tal "Dios" en la platea? (1982); La felicidad está en las cosas simples (1982); Cómo vestir a un adolescente (1985); El espíritu de la Navidad (1986); Hijo del rigor (1988); All that Tango (1988); Miss Mártir (1989); Se deshace más fácil el país de un hombre que el de un pájaro (1992), y ¿Dónde estaba usted el 27 de junio? (1996), que aborda también la temática de la dictadura. Esta última -El Estado del Alma- ha recibido el Primer Premio compartido del Concurso Literario del MEC en la categoría "Drama" (2001).
El Estado del Alma
Teatro del Anglo, sábados 21hs.
Dirección: Carlos Aguilera
Reparto: Laura Sánchez (Alicia), Ana Rosa (Mariana), Gustavo Antúnez (un hombre), Leonardo Franco (otro hombre) |
Lucía Masci
4to año de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Universidad de la República
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