Edición Abril 2003
Colaboradores
  Autor:  María Teresa Carabaño Melchert Anterior     Trabajo Publicado      Siguiente
Venezuela

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Arte Visual
Rojo Amanecer tras la Noche de Tlatelolco - 14/11/2002


Rojo Amanecer es una película que desde mi punto de vista no nos habla de la realidad en un momento crítico en la sociedad mexicana sino la realidad de una familia que al final resulta víctima de este acontecimiento.

En esta película aunque se nos plantea, de una manera muy general, la problemática estudiantil y hasta social que vive en esos momentos México, se muestra más bien las diferentes posturas que pudieron haber asumido los mexicanos resumidas dentro de un marco familiar. Cada uno de los miembros de la familia representa una visión y cada uno de ellos lucha para que ésta sea respetada.

Es una película cruda en donde se muestra que ese movimiento no tuvo sentido, porque pese a toda la “organización”, la “perseverancia”, no vencieron y la derrota a mi parecer fue en todos los ámbitos desde el político, pasando por el ideológico y terminando en la pérdida de vidas inocentes.

También nos enseña cómo muchos jóvenes, en este caso los hermanos mayores, se identificaron con el movimiento sin saber realmente qué era, cuál era su razón, sólo porque, por decirlo de alguna forma, estaba de moda y era lo que la mayoría de los estudiantes universitarios y de las preparatorias hacían.

En el momento de ver la película sentí que no había ningún héroe en ella, más bien todos eran perdedores, personas que cayeron en una especie de trampa de la que no pudieron salir. En este film se acaba con la figura heroificada del estudiante que luchó sólo porque los demás lo hacían, no porque realmente él lo sintiera y de aquellos que trataron de transmitir su ideología a los demás. Acaba con la idea que se podía construir un país a partir del sueño de pocos que guiaban a muchos.

Nos muestra la sangre derramada de inocentes que fueron víctimas simplemente por involucrarse de alguna u otra forma en un hecho que al día siguiente ni si quiera estaría en la memoria de un país. Una historia íntima que se encargó de mostrarnos la realidad de muchos de los habitantes de una ciudad, una historia que se repetía en cada hogar, una historia negativa para muchos, positiva para otros.

Pero, ¿qué representó que el niño quedara vivo en medio de la masacre de la que había sido víctima su familia? No significa otra cosa que la ESPERANZA, la esperanza de un cambio, de una nueva oportunidad, de una luz al final del túnel, de una nueva generación que surgirá y que tratará de mejorar las cosas para un país que sufre día a día tanto la muerte física como la intelectual de su pueblo.

Basado en el mismo hecho encontramos el libro de Elena Poniatowska, “La Noche de Tlatelolco”, donde se nos muestra esa historia macro, la historia de las víctimas y de los vencidos, la visión de los mártires de la historia.

Considero que este libro muy por el contrario de la película nos muestra sólo una cara de la moneda, la cara que a la escritora le interesa realzar y heroificar. Son testimonios acerca de los planteamientos, de las ideas, de lo vivido por los estudiantes. Para mí no es incorrecto que se dé voz a quienes callaron, pero al igual que se le da la oportunidad a unos para contar su historia, se le debe dar al otro aunque lo consideremos “monstruo”, para que al final sea el lector quien juzgue lo bueno y lo malo.

Se nos muestra también cómo era la visión de la época, lo que opinaban los padres y cómo los jóvenes se identificaban con el movimiento, nos enseña también lo que reseñaron los periódicos al día siguiente y cómo nunca se supo cuántos en realidad cayeron en esa batalla.

Es un libro escrito con el claro objetivo de mostrarnos la importancia que tenía el movimiento estudiantil, no sólo para quienes participaban en él sino para el país en general. Testimonios aislados e intercalados de quienes estuvieron involucrados, pero nunca se nos muestra a un estudiante cuyo testimonio sea que sólo se dejaba llevar por sus compañeros, cosa que como nos muestra la película debió ser el gran movilizador de la mayoría de los participantes.

Por supuesto que hay una clara manipulación de los hechos con el sentido directo de querer que el lector se convierta en un fiel creyente de una realidad creada por la escritora, ya que por ser éste un acontecimiento negado por la historia mexicana, nosotros no tenemos un referente real acerca de lo sucedido en la Noche de Tlatelolco. Es imposible pensar que los vencidos sean los vencedores y que las víctimas fuesen realmente los victimarios; tan sólo nos deconstruye la historia para que la miremos desde los caídos y sintamos aún más la crudeza de aquella realidad.

No niego que lo contado por el libro hasta cierto punto sea real, pero muchas veces para buscar una mayor veracidad debemos mostrar la otra cara de la moneda para enfrentar dos visiones opuestas, dos ideales y dos pensamientos encontrados.

Personalmente no me sentí identificada con ninguna de las dos obras tan sencillamente porque ni soy mexicana, ni viví en la época, ni soy estudiante revolucionaria. Soy de las personas que creen en la revolución de pensamiento, que las cosas se logran ideando planes para sacar adelante una Nación y que de esta manera nuestras protestas en las calles tengan un sentido más allá de una moda, sino que sean el complemento, el perfecto engranaje entre aquello que queremos y cómo lo queremos.

En nuestros países latinoamericanos todos hemos vivido nuestra propia Noche de Tlatelolco, que como aquella, los gobiernos han tratado de borrar, pero para mal de ellos los que hemos participado nunca podremos olvidar lo vivido y seguiremos luchando por que lo que por una vez salimos a la calle a luchar se haga realidad y así hacer de cada una de nuestras naciones el territorio de lo posible, los países que todos alguna vez hemos soñado.

María Teresa Carabaño Melchert
Séptimo Semestre Mención Comunicaciones Publicitarias Escuela de Comunicación Social Universidad Católica Andrés Bello